Masculino, sexy, íntimo y oscuro pero no demasiado pesado”. Eso fue lo que le pidió el propietario de este apartamento de 112 m2 en Chelsea (Manhattan), Hans Dorsinville, a su equipo de arquitectos/interioristas, la firma Messana O’Rorke. Otras de sus exigencias fueron “líneas depuradas, elegancia y un toque setentero”. Y así, en 2011, surgió este increíble apartamento de personalidad indiscutible y unos suelos de madera de roble recuperada ante los que solo apetece pisar descalzo.